La indeterminación en la música

Existen obras de arte que se dicen de creación espontánea, desarrollando la idea de automatismos, como decía Jean Arp, “el automatismo de la mano”. Se presentan estos “automatismos” como el componente de indeterminación, aquello que no se predetermina sino que se determina a si mismo. Tengo una  fuerte duda respecto de lo que concebimos como obra, e inclusive lo que entendemos por obra artística, frente al desarrollo de una actividad en la que se pretenden automatismos en los que se encuentran subyacentes las profundidades de las historias del subconsciente que nos limitan en la espontaneidad.
    El procedimiento llamado “obra de arte” debe su desarrollo a la reflexión de quien la produce y percibe, generando una muestra de realidades llevadas a la dimensión de ideas, una realidad subyacente y probable. La obra es una idea. La visualización de esta realidad es la que produce en el “artista” la pulsión que intentará concretar en una obra. En principio, parece que el automatismo quedaría excluido de este contexto y puede hasta ser una traba para el desarrollo genuino de la obra.
    Es necesario reflexionar sobre las posibilidades de una composición “en tiempo real” como se suele denominar en música, a este tipo de acciones. Tienen validez en tanto acciones, pero pondría un signo de pregunta sobre su condición artística, en la que insisto, la reflexión es un rasgo destacable.
    Es sabido que cada uno de los artistas que observamos tienen una serie de limitaciones provenientes de la estructura psicológica que poseen, la que está modelada por una sociedad y una historia personal que crean automatismos vitales, necesarios para una vida estable. Pero está claro que aquél que reflexiona descubre en el proceso que realiza, esos automatismos, y solo de esa manera es que se puede crear con categorías de “no reproductividad”, hecho que es incontestable en cada una de nuestras acciones cotidianas, cargadas de un automatismo importante. Las respuestas repentinas son las que poseen este rasgo de automatismo marcado. El automatismo es alienante. Solo ante la posibilidad de la reflexión es que trascendemos esos automatismos y enfrentándonos a ellos podemos modificar (en algo) nuestras acciones.
    Una “composición en tiempo real” sería, de esta manera, una contradicción en si misma. No se puede componer sin la reflexión que nos permite evitar esos automatismos, los que posiblemente nos acerquen a un contenido posible, pero tan solo como aproximación.
    “Mientas escribo no corrijo” dice una afirmación típica de los talleres literarios y agrega “La escritura es una actividad creativa”. Estamos de acuerdo en el contenido creativo de esta compulsión llamada escritura. La pregunta es porque no todo lo que se escribe supera ese estado primitivo: es que en la corrección esta la construcción, la construcción de la obra. Flaubert entendía que escribir es corregir y sufría la tarea al punto de pensar que era imposible terminar de escribir algo. Sin entrar en la discusión que nos propone esta afirmación, quiero destacar el proceso posterior como el que realmente crea la obra (me atrevo a pensar que la obra está en la decisión que pone punto final a la corrección... aunque sea provisorio). Los automatismos de la escritura, el flujo de pensamiento, es un germen de lo que puede ser una obra, el automatismo de quien dice improvisar música no es más que la expresión de estructuras previamente adquiridas y que permiten expresar los límites en un estilo determinado.
    Hace falta soltar la imaginación, sí. Es necesario un primer movimiento, pero solo como germen de algo que puedría ser, o que no conduzca a nada, pero es necesario. Tengo que tener material, algo que modelar, algo que corregir, algo sobre lo que pueda reflexionar para que podamos hablar de “composición”. Nadie pone una cosa al lado de otra sin tener un motivo y ese motivo es fruto de una reflexión. Puede o no responder a estructuras preconcebidas (por mi o por otro) pero en el proceso de elección existe un momento de reflexión en el que puedo observar lo que manipulo como fuera de mí y permitirme relacionarlo con el contexto en el que se encuentra para poder ubicarlo.
    Análisis: es el proceso que se realiza a posteriori de un acto en el que realizamos algo. Ese análisis nos permite descubrir que el resultado no esté ligado a una repetición inconsciente.
    Indeterminación: ¿a que nos referimos cuando adjetivamos así a una obra artística? Reflexionemos brevemente sobre este término. La indeterminación se la ubica en el proceso, es decir que lo que se realiza no está determinado por algo en particular sino por todo en general. Todo es nada. En definitiva está determinado por NADA. Una pretensión muy interesante y hasta un poco pedante el creer que estamos liberados de la determinación. Hasta los ejercicios que intentan liberarnos de la alienación fracasan en el momento en que actuamos espontáneamente. Nuestras estructuras de “deseo” triunfan sobre las aspiraciones liberadoras del yo. En definitiva visto desde el “proceso de creación” la indeterminación no producirá mas que un objeto “indeterminado”.
    Esto, para los defensores de esta postura, es una ventaja. A un objeto indeterminado lo puedo ubicar en cualquier espacio y solo la relación del entorno lo determinará. Es decir puede ser cualquier cosa. Pero en contra de esta posición la indeterminación es el fracaso de la obra. De esa manera la obra se convierte en lo que la determina, es decir en NADA. Sin embargo esta obra (en la actualidad se le dice: perfomance, actuación, es decir algo que hago pero haciendo de cuenta que soy otro) tiene una entidad y no está fuera de la realidad, y hasta puede ser fuente de estímulos en quienes la perciben, (también un bocinazo en la calle). Lo que no queda claro es que posición tiene.
    Igualmente no estoy muy de acuerdo con esta determinación para el caso de la creación en tiempo real, ya que no solo estaría actuando (tocando la obra, diciendo algún parlamento) sino que estaría actuando lo que tengo que actuar, es decir hago algo que no se que tengo que hacer. Ahí coloco a los automatismos que nos impiden ser libres, libertad que tendríamos, aunque sea en parte, gracias a la reflexión a posteriori de esa actuación.
    En la actualidad, la liquidez (en el sentido de “estado de liquidación”) de las posiciones, nos permiten ubicar esa obra indeterminada en cualquier lugar, hoy o mañana, aquí o allá.

Marcelo J. Zanardo

Comentarios

  1. querido amigo, obvio que mi respuesta se encuentra desde una posición definida también en la "grieta" musical que separa muy claramente lo contemporáneo de lo vanguardistico...Como creador yo creo (perdón por la redundancia) en la individualidad creativa del autor. Una obra que cada interpretación de la misma puede generar interpretaciones dispares para el oyente... para mi (y obvio todos tienen derecho a discernir) merece llamarse experimento sonoro, experiencia sonora, improvisación sonora o como tengan ganas de llamarla. pero llamarla obra musical (o de arte...)...Hum....paso. Me pasa lo mismo con las plásticas desde el manifiesto de Duchamps...su mingitorio como manifiesto es mas que una quijotada. Pero ES UN MINGITORIO, DEJÉMONOS DE JODER DE UNA VEZ POR TODAS. UN MANIFIESTO NO NECESARIAMENTE ES UNA OBRA DE ARTE. y una experiencia sonora no necesariamente es una obra musical. Insisto, obvio esto esta escrito desde una parte de la frontera y es cierto y tan valido como lo que sostengo es lo que sostienen los que están del otro lado. La única diferencia es que yo admito la existencia del otro lado, mientras que tengo que bancarme comentarios del otro lado como "veo una obra con armadura de clave y directamente ni la miro...." o que en el conservatorio le digan a un alumno con una increíble soberbia "la tonalidad murió" , "la forma ya no importa", así no se escribe mas"....Y después se dicen "libertarios del arte...." pocas veces vi una actitud tan autoritaria frente al arte.. Bueno maestro, perdón por tanto divague....

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  2. Perdón como no salio mi nombre y no pretendo ser anónimo...el comentario que antecede es de Guillermo Jorge Zalcman

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  3. No se si es que hay que darle entidad a una "grieta", solo hay que opinar desde la experiencia, los conocimientos y la sabiduría de quien es capaz de escuchar más que hablar y de quien hace y no se preocupa por lo que hacen los otros. tenemos que ser capaces de encontrar el camino para que la discución sea constructiva, ya que seguramente la música que imaginas tambien se encuentra, en algún aspecto tocado por lo que trato de pensar en ele artículo, como tambien es seguro que los "otros" que mencionas, son deudores de una tradición musical que les permite estar haciendo lo que saben (o pueden) hacer hoy. Abrazo!

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